AUTORES Texto: Margarita del Mazo Ilustraciones: Charlotte Pardi |
Camuñas es un brujo que, en las noches de luna llena, sale a buscar niños para su despensa. Una noche, justo antes de coger a Blanca, se le escapa un pedo. La niña se despierta y, muy alegre, le saluda ¡Ha venido a verla el Brujo Pirujo! Con paciencia, la niña le va demostrando a Camuñas, que no es Camuñas, sino el Brujo Pirujo.
¿QUÉ PODEMOS TRABAJAR CON L@S NIÑ@S A PARTIR DE ESTE CUENTO?
Demencia. Pérdida de memoria. Despistes. Abuelos/as.
¿Qué quiere Camuñas?
Quiere ir al pueblo a coger niños para su despensa
¿Qué ocurre cuando Blanca se despierta?
Que se alegra de ver al Brujo Pirujo.
¿Cómo reacciona Camuñas cuando Blanca le dice que es el Brujo Pirujo, y no Camñas?
Lo niega y se enfada. Intenta justificar que es Camuñas por tener las uñas largas.
¿Cómo consigue Blanca que el Brujo Pirujo la crea y acepte que es él?
Con mucha paciencia y haciéndole ver poquito a poco hechos objetivos que demuestran que no es Camuñas, sino el Brujo Pirujo.
Ahora, pensemos en nosotr@s...
¿Nosotr@s tenemos a alguien que sufra olvidos, despistes o trastoque la realidad?
¿Cómo reaccionamos con ellos?
¿Qué podría necesitar la otra persona?
¿Qué necesitamos nosotros?
¿Podríamos hacerlo de una forma mejor para todos/as?
Muchas personas, sobre todo cuando somos mayores, sufren despistes, pérdidas de memoria, o incluso, transforman la realidad (modificando datos, lugares, personas...).
Si es una persona importante para nosotros es normal que estos cambios, estos deterioros, nos hagan daño. Nos resistimos a aceptarlos y, puede que nos enfademos. Nos da rabia que alguien que queremos no siga siendo la misma persona, o que no pueda ser autónoma, veráz, o, incluso, que no pueda reconocernos.
Para conciliar una situación como esta primero debemos trabajar por aceptarlo. Son cosas que ocurren, una degeneración natural de nuestro funcionamiento. Después, intentar comprender a la persona que lo padece. En los momentos en los que son conscientes de su deterioro pueden pasarlo realmente mal. No es algo que controlen, sino algo a lo que están sometidos y no pueden hacer nada por evitarlo. Necesitan cariño y comprensión. Y paciencia. Mucha paciencia. Así que lo último que podemos hacer por ellos es, como Blanca, armarnos de paciencia, comprenderles, explicarles, ayudarles y, con cariño, acompañarles en la nueva etapa vital por la que pasan.
Unas uñas postizas.
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