AUTORES Texto: Gabriela Keselman Ilustraciones: Emilio Urberuaga |
Eugenio está jugando tranquilamente cuando, de repente, aparece un monstruo. Le coge y empieza a preparar con él una receta para merendárselo con patatas. Pero a Eugenio no le dan miedo los monstruos. Ni un poquito. Y menos éste, pues cree haberlo visto antes...
¿QUÉ PODEMOS TRABAJAR CON L@S NIÑ@S A PARTIR DE ESTE CUENTO?
Rutinas. Obligaciones
¿Qué quiere Eugenio?
Seguir jugando
¿Qué o quién se lo impide?
Un monstruo enorme que le coge y se lo lleva a su cueva
¿Eugenio tiene miedo?
No. No le hace gracia, pero no tiene miedo.
¿Cómo intenta conseguir liberarse del monstruo?
Intenta correr, salpicar, gritar, ofender...
¿Cuándo se da cuenta de que no era un monstruo?
Cuando termina el baño y su papá le da el pijama y le abraza con mucho cariño
¿Por qué pensaba Eugenio que su papá era un monstruo?
Porque le iba a obligar a bañarse, cuando Eugenio lo que quería era seguir jugando.
Ahora, pensemos en nosotr@s...
¿Cómo reaccionamos cuando tenemos que hacer algo que no queremos hacer?
¿Y cuando es otra persona la que nos lo recuerda o dice?
¿Esta persona es un pequeño"monstruo" para nosotros, aunque no nos de miedo?
¿Cuando hemos cumplido, esta persona deja de ser un monstruo?
PROFUNDIZANDO
Las obligaciones son cosas que tenemos que hacer, pero que a veces nos da pereza hacerlas. Las integramos a nuestra vida diaria intentando incorporarlas en rutinas, de forma que podamos llevarlas a cabo de una forma casi automática, para así no pensarlo mucho y dejar el mínimo espacio a esa pereza que nos acecha.
Cuando somos pequeños son nuestros padres, o la persona responsable de nosotr@s, los que deben inculcarnos estas rutinas. Pero no es una tarea fácil. Por un lado, desde pequeños preferimos hacer otras cosas antes que las obligaciones, por lo que l@s niñ@s intentarán evitarlo por todos sus medios; y, por otro lado, los adultos deben armarse de paciencia y cariño para repetir, entender, repetir, explicar, repetir y conseguir que, poco a poco, las rutinas sean cada vez algo más interiorizado para el/a niñ@ (y su ejecución, más automática).
Incluso de mayores, cuando nos recuerdan lo que tenemos que hacer, resulta molesto. La relación con los padres en este sentido no cambia mucho. Y si no reaccionamos con gritos o pataletas, es porque somos adultos, nos controlamos y, en el fondo, sabemos que la otra persona tiene razón (lo cual no quita que nos de un poco de rabia).
Un plan de rutinas con pictogramas: para organizar junt@s las rutinas, vamos a ver las cosas que tenemos que hacer cada día, y en qué orden. Podemos hablarlo, organizarlo, y luego, pintarlo o colorearlo (según si preferimos imprimir los dibujos o hacerlos nosotr@s).
- Pensar junt@s qué rutina/s vamos a representar
- Decidir los pasos que tiene dicha/s rutina/s
- Dibujar cada paso o imprimirlo
- Hay una página estupenda de la que podéis sacar los pictogramas (a parte de muchos recursos ya creados): https://www.pictotraductor.com/
- Colocar nuestra rutina en un lugar visible y cerca de donde nos vaya a ser útil.
Algunas ideas que ofrece Internet:
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